Sus características diferenciales son:

• Baja tolerancia a la frustración 

• No reconocimiento de los límites

• Mal manejo de los impulsos (de la agresividad a la inhibición)

• Alteraciones inmotivadas del estado de ánimo que pueden combinar indiferencia y apatía con reacciones desmedidas.

 

 

  Pueden acompañar otras conductas de riesgo: imprudencia, accidentes reiterados, síntomas alimentarios, excesos con el alcohol, consumo problemático de sustancias.

 

  En las relaciones significativas, mentiras y ocultamientos.

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  Esto da lugar a un circuito en el cual la persona se encuentra en conflicto en la mayoría de sus contextos.

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  Evolución: Sin un tratamiento adecuado, este cuadro va generando progresivamente el fracaso en la inserción en las estructuras sociales (trabajo, estudio, familia, pareja) lo cual deteriora la autoestima potenciando las características antes descriptas.